Thomas Edison afirmaba que el genio es 1 por ciento de inspiración y 99 por ciento de transpiración. Esto no es muy popular en la actual generación con acceso a mas de cien canales de televisión por cable, acceso a cualquier tipo de información en Internet y padres de familia que muchas veces satisfacen todos sus caprichos.
Un niño no puede aprender a ser persistente si no acepta el fracaso. Según se sabe, la búsqueda de Thomas Edison para encontrar un filamento adecuado para su primera bombilla de luz dio como resultado mil errores antes de que tuviera éxito. Cuando Jonas Salk hizo sus investigaciones sobre la polio, que era una enfermedad que mató a miles de niños antes de 1954, pasó el 98 por ciento de su tiempo documentando pruebas que no funcionaban. Paul Ehrlich, que descubrió una droga que podía curar la sífilis, llamó a su fórmula final Nº 606, después del fracaso de los 605 experimentos anteriores. Pero pocas veces contamos estas historias - y miles como ellas - a los niños.
Para que un niño o adolescente experimente el control de las emociones negativas que puede traer el fracaso, es necesario que fracase, se sienta mal y lo intente nuevamente en forma repetida hasta alcanzar el éxito. Ninguno de estos pasos puede evitarse. El fracaso y el sentirse mal constituyen la base del éxito y del sentirse bien, porque a menudo el éxito se construye sobre el fracaso. Ademas, se debe enseñar a valorar el esfuerzo en lugar de ver solamente el resultado.
(Adaptado de "La inteligencia emocional de los niños" de L. Shapiro).
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